Cientos de neonazis se reunieron este viernes, día del aniversario del nacimiento de Adolf Hitler, en un pueblo del este de Alemania para celebrar un controvertido festival con fuertes medidas de seguridad.
Los extremistas, en su mayoría hombres, llevaban camisetas con eslóganes de extrema derecha como "el blanco es mi color preferido" y "Adolf era el mejor", constató un periodista de la AFP en el lugar.
Su seguridad la garantizaba un grupo que se denomina "la fraternidad aria".
Esta primera edición de "Schild und Schwert" ("Escudo y Espada") cerca de la frontera checa y polaca, que durará dos días, moviliza a cientos de policías, según las autoridades.
"Verán a varios policías en cada esquina", avisó el jefe de la policía local al periódico Sächsische Zeitung.
El dispositivo de seguridad incluye unos 1.100 uniformados, además de cañones de agua y patrullas de botes policiales en el río Neisse, a cuyas orillas se celebra el festival, reportó el periódico.
Como precaución suplementaria, el tribunal regional prohibió el consumo de alcohol y llevar botellas de vidrio, así como algunas razas de perros.
Los organizadores prevén unos 800 participantes pero, según militantes de la red antifascista Antifa, el evento, cuyo lema es la "Reconquista de Europa", podría atraer a unos 3.500 neonazis.
Además de los participantes alemanes, se espera la llegada de extremistas de Europa del Este en el municipio de Ostritz, de 2.400 habitantes, situado en la ex-RDA comunista, en la frontera con Polonia y República Checa.
El festival incluirá, además de conciertos de grupos de círculos ultranacionalistas, debates políticos, combates de artes marciales y un congreso de tatuadores.
Se celebra en un momento en que Alemania experimenta un resurgir de los movimientos de extrema derecha, alimentado por los temores que suscitó la llegada masiva de refugiados sirios y afganos en 2015.
El partido antiinmigración Alternativa para Alemania (AfD), que supo aprovechar esa tendencia para entrar en la cámara de los diputados tras las legislativas del 24 de septiembre, obtuvo sus mejores resultados en el estado de Sajonia, donde se celebra el festival.
El impulsor del evento es Thorsten Heise, miembro del pequeño partido ultranacionalista NPD, que logró evitar la prohibición, ya que el Tribunal Constitucional consideró que la audiencia era demasiado escasa para representar un peligro.
- "Defender a su clan" -
Cientos de personas participaron en dos contramanifestaciones.
"El fascismo no es una opinión, es un crimen", consideró uno de sus organizadores, Mirko Schultze, de 50 años.
"Intentamos ocupar el espacio público alrededor del hotel" donde se celebra el festival "para decir que defendemos la democracia aquí y para que Ostritz no se convierta en su nuevo terreno de encuentro", añadió.
Responsables políticos y religiosos locales y asociaciones civiles convocaron un "festival de la paz", una reunión con carácter familiar en el centro de la ciudad.
Los neonazis llevan años haciendo conciertos clandestinos para recaudar fondos y reclutar a nuevos miembros. Pero la celebración de este festival con un terreno para acampar a proximidad y una entrada a 45 euros para dos días supone, según sus detractores, una deriva preocupante de los círculos ultranacionalistas, que intentan actuar con total impunidad.
Las autoridades no pueden hacer nada puesto que la Constitución garantiza el derecho a organizar reuniones pacíficas al aire libre. Los símbolos nazis como la esvástica no pueden, sin embargo, mostrarse en público.
Además del día elegido para el festival, también llama la atención que las iniciales de su nombre sean "SS", los temibles escuadrones de élite de Hitler.
En cuanto al lugar elegido, está cerca de la Baja Silesia, un territorio invadido por la Alemania nazi y cuya restitución a Polonia tras la Segunda Guerra Mundial aún no ha sido aceptada por los irredentistas alemanes.
Una noche de combates de artes marciales titulada "El combate de los nibelungos" -una referencia de la mitología nórdica y germánica- figura en el programa. "Vivir es combatir", afirman los organizadores. "Siempre fueron los combatientes quienes defendieron su clan, su tribu, su patria", aseguran.
Una persona de 75 años que vive cerca del lugar en donde se organiza el festival, y que pidió no ser identificada, dijo a AFP que "es una vergüenza que el gobierno no pueda prohibir esto a pesar de todo el mal que Hitler trajo a Alemania".